El ritmo, la melodía y la armonía forman los tres principios fundamentales de la música.
Horizontalmente hablando, la música se desarrolla melódicamente: un conjunto de notas en secuencia.
Verticalmente hablando, se desarrolla armónicamente. Las notas suenan simultáneamente creando un volumen sonoro. Son verticales porque se construyen unas encima de otras por intervalos. Es decir por espacios sonoros entre ellas.
Una sucesión de notas, crea una melodía. La melodía es pasado, presente y futuro pues las notas que ya han sonado, las que oyes en el momento presente y las que oirás después construyen las frases melódicas.
La armonía es presente? Podría plantearse así, ya que son bloques de notas.
Aunque no es exactamente así, ya que tanto melódica como armónicamente, la música es tiempo y es efímera. Desaparece en cuanto es. Pero sin lo que ha sido (es decir, se ha oído) nuestro oído no entendería lo que es (lo que se oye en el presente) y no podría entender lo que sucederá, (lo que se oirá). La melodía y la armonía no existen una sin la otra. Y es en la Fuga que este ser de la música es más evidente, pues una idea expresada musicalmente por una frase melódica va a ser llevada por diferentes caminos hasta crear una construcción que tiene una presencia intangible. La frase o frases son los ladrillos que van a ir formando una gran catedral musical o una humilde cabaña, según la pericia del compositor, de los intérpretes y de la finalidad de esa idea u objetivo expresivo.
Dejémonos llevar por la imaginación y al escuchar, quizás aparezcan ante nuestros ojos las construcciones que la música crea en el éter.

